El desastre de KARLSRUHE. Parte 1º

Relatos de Opinión: Artículo de Carlos Martinez Carbonell
Relatos Valencia CF del otro centenario, el de la afición

Sería bonito contar alguna de las muchas historias que ha vivido el Valencia CF durante este su primer siglo de vida, pero me voy a centrar en una de no tan gratos recuerdos, aunque no por ello deja ser de trascendente en nuestra centenaria historia. Conviene traer de vez en cuando a la memoria determinados acontecimientos negativos que también han contribuido a enriquecer la trayectoria de nuestro club.

Me remonto al curso futbolístico 1993/1994. Después de dos buenas temporadas con el holandés Guus Hiddink al frente del equipo en las que se consolidó al equipo en puestos europeos, el verano estuvo marcado por la llegada de jugadores que ilusionaron al valencianismo: entre otros, procedente del Tenerife llegó Juan Antonio Pizzi, un contrastado delantero que había hecho muchos goles en el cuadro chicharrero; o Pepe Gálvez, una joven promesa del Mallorca que había triunfado en las categorías inferiores de la Selección española. Pero sin duda el fichaje que más ilusionó a la afición por los recitales futbolísticos que ofreció durante el verano de 1993 fue el Pedrag –Pedja- Mijatovic, un hasta entonces desconocido futbolista de la extinta Yugoslavia que Bernardino Pérez Elizarán –el gran Pasieguito- descubrió del Partizán de Belgrado. Los citados fichajes se unieron a un grupo ya consolidado liderado por Lubo Penev, Fernando, Roberto, Quique Sánchez Flores, etc.

Las buenas actuaciones de la pretemporada, entre las que cabe citar las victorias en el Naranja contra el Feyenoord holandés, en el Trofeo de la Línea contra el Sevilla y en la conmemoración del 80 aniversario del viejo San Mamés otra vez contra el Sevilla y contra el Athletic de Bilbao, todas ellas con un denominador común –la estelar actuación de Pedja Mijatovic-, se fueron confirmando en el inicio de la temporada oficial. En Liga, el gran juego mostrado le permitió auparse hasta la primera posición de la tabla clasificatoria en las primeras jornadas; y en la Copa de la UEFA se consiguió superar, con mucho sufrimiento y prórroga incluida en la vuelta, la primera eliminatoria contra un peligroso equipo francés, el Nantes, en el que, además del velocísimo Pedrós, jugador con raíces en Gandía, militaban futbolistas que posteriormente tuvieron una dilatada y existosa trayectoria en la liga española como Naybet, Karembeu o Makelele, entre otros.

Y llegó la famosa eliminatoria contra el equipo alemán del Karlsruher SC, que previamente había dejado en la cuneta al PSV Eindhoven. En el partido de ida, que terminó 3 a 1, nuestro Valencia dio todo un recital de juego que le permitió adelantarse con tres goles de ventaja en el marcador, a pesar de la portentosa actuación del por entonces desconocido guardameta Oliver Kahn –sin duda una de los mayores “ogros” del valencianismo en toda su historia-. Sin embargo, un error de marcaje en una aislada jugada a balón parado a diez minutos del final permitió a los teutones acortar distancias y llegar con opciones al partido de vuelta, partido que no podría disputar Lubo Penev al ver una tarjeta amarilla en las postrimerías del encuentro.

La euforia estaba desatada en la ciudad desplegando un juego muy vistoso, el montegrino Pedja Mijatovic seguía mostrando su magia en casi todas sus actuaciones y Lubo Penev –el hombre que dio nombre a nuestra Peña Valencianista Lubos- había recuperado su olfato goleador y volvía a sembrar de pánico a las defensas contrarias. Éramos el equipo de moda. Así que un sábado 30 de octubre de 1993, por la noche, tras ganar 3 a 0 al Celta con golazo de falta de Pedja a Cañizares y ponernos líderes en la Liga, les propuse a los miembros de la Peña Lubos –que unos años antes había fundado Pedro Nebot en compañía de Javi Galdón y de un servidor- hacer un desplazamiento europeo y acompañar a nuestro equipo a Karlsruhe. De entre todos ellos, mi amigo Chimo Maiques y Miguel Monteagudo recogieron el guante. Pensat i fet.

A las 6 de la mañana del lunes 1 de noviembre, desde la puerta de autoridades del estadio de Mestalla partían dos autobuses repletos de aficionados valencianistas con destino a la ciudad alemana de Karlsruhe (que curiosamente traducido del alemán significa “el descanso de Carlos”). En uno de ellos nos embarcamos Chimo, Miguel y yo, ilusionados por vivir nuestra primera experiencia europea y ciertamente confiados por las buenas sensaciones que transmitía el equipo y que quedaron refrendadas en el partido de ida. No obstante, ese gol a última hora del Karlsruher y la baja por tarjetas de Lubo, autor de dos goles en la ida en la que los defensas germanos no pudieron frenarle, nos hacían viajar con la mosca detrás de la oreja. Teníamos la esperanza de alcanzar por fin la tercera eliminatoria europea, cosa que no se había logrado en las precedentes temporadas con Víctor Espárrago y el propio Guus Hiddink al frente del equipo.

Continuará en breve en la parte 2º …

Colección de relatos del otro centenario, el de la afición. Escritos por Pedro Nebot en colaboración con Merchina Peris.